lunes, 26 de mayo de 2014

El estrés, la salud y la alimentación.

La vida diaria está llena de situaciones y problemas que muchas veces sobrepasan nuestra capacidad para afrontarlos tanto de manera física como mental, generando así un desgaste en la salud de nuestro organismo.

El ritmo de vida acelerado, la falta de tiempo para cocinar y la gran cantidad de opciones en alimentos muchas veces no tan saludables, hacen que sea muy difícil llevar buenos hábitos alimenticios, lo cual conduce a que muchas personas no sepan comer, y si lo hacen lo realizan en exceso, a deshora e incluso pueden pasar mucho tiempo sin comer.

Cuando la dieta es muy deficiente, pone al cuerpo en un estado de estrés físico y debilita al sistema inmunológico dejando a la persona más susceptible a enfermedades e infecciones; y si a esto le aunamos el estrés emocional, será más difícil hacerle frente para salir adelante.

Los estados de ánimo y las emociones juegan un papel muy importante en el consumo de los alimentos, ya que además de ayudarnos a sentirnos mejor, estos actúan como un regulador en la conducta de lo que se come o se deja de comer, y están asociados a diferentes factores como:

  • Bienestar: cuando la mamá carga al bebé para alimentarlo, el pequeño lo asocia con sentirse bien y estar tranquilo.

  • Forma de eliminar el malestar: cuando los niños lloran por dolor o berrinche, los adultos le ofrecen comida, enseñándole que es la solución a su problema.

  • Premio o castigo: durante la niñez se utiliza la comida para premiar al niño cuando se porta bien o para castigarlo si hizo algo mal.

  • Una manera de complacer y halagar a la gente que queremos: para festejarlo comiendo con amigos o familiares, y si queremos demostrar nuestra amistad regalamos dulces o pasteles.
Desafortunadamente este bienestar que se consigue a través de la comida dura muy poco y trae consecuencias negativas como la gordura, el colesterol, los triglicéridos altos y los cambios de glucosa en la sangre, los cuales se quedan con nosotros durante mucho tiempo.

Cuando una persona está preocupada, ansiosa, triste, deprimida, enojada o aburrida es posible que coma de manera instintiva para olvidarse por un momento de lo que le afecta, o de igual manera puede suceder que se le quite el hambre o que coma alimentos de poca calidad (comida chatarra).

Al estar en este periodo de tensión no tenemos el ánimo o el tiempo de pensar en prepararnos una comida sana y balanceada, y como consecuencia la alimentación se vuelve pobre de nutrientes y quizá alta en grasa y azúcares.

Cuando el estrés llega a afectar severamente la salud de una persona, es urgente buscar una terapia médica y psicológica que le ayude a salir adelante; de igual manera, debemos aprender a diferenciar el hambre física de la emocional. La primera se va sintiendo poco a poco y empieza después de varias horas de haber comido, mientras que la emocional aparece de repente sin importar el tiempo que haya trascurrido de la comida anterior, se desean ciertos tipos de alimentos y se come más a pesar de haber comido lo suficiente.

Por último es importante saber que existen alimentos que influyen en el correcto funcionamiento del cerebro para incluirlos en la dieta diaria, tal es el caso de los cereales y las legumbres (que contienen vitaminas del complejo B y benefician el sistema nervioso), las frutas y las hortalizas (contienen antioxidantes y protegen al cerebro), y las carnes (aportan proteínas y hierro y ayudan a transportar oxígeno al cerebro), entre muchos otros alimentos.

Además, se recomienda realizar algunos cambios en el estilo de vida como: llevar una alimentación saludable, mantener un peso estable, hacer alguna actividad física, comer despacio y con moderación, realizar al menos 4 comidas diarias respetando horarios, evitar malos hábitos como el tabaco y el alcohol, disminuir el consumo de sal, tomar abundantes líquidos durante el día, evitar desvelarse y tratar de dormir como mínimo 8 horas.

Tal vez no tenemos un control sobre las causas del estrés, pero sí podemos controlar lo que comemos y en qué cantidades, porque no existe una alimentación que acabe con el estrés. Una buena alimentación nos mantiene sanos y fuertes y nuestro cuerpo puede disminuir los efectos negativos del estrés, de esta manera la mente tendrá la claridad necesaria para buscar una solución a nuestros problemas.


Artículo por: FM Gastronomía.