domingo, 17 de agosto de 2014

La comida y el estado de ánimo.

Consumir alimentos que nos gustan puede animarnos y hacernos sentir satisfechos y relajados. Y por el contrario, en ocasiones, comer nuestros alimentos favoritos puede provocarnos sentimientos negativos de culpa y remordimiento. ¿Cómo podemos reducir los efectos negativos y aumentar el impacto positivo de la comida en nuestro estado de ánimo?



El principio del placer.
Comer es uno de los placeres de la vida, y siempre que es posible comemos alimentos que nos gustan y evitamos aquellos que no nos gustan. Los estudios muestran que el hecho de comer los alimentos que uno prefiere puede estimular la liberación de ß-endorfinas, que son las que mejoran nuestro humor. Sin embargo, el hecho de que una comida nos resulte atractiva no sólo está relacionado con sus propiedades organolépticas, también depende de cuánta hambre tengamos, de las experiencias previas con ese alimento y las circunstancias sociales en las que se consume. En otras palabras, lo que nos hace sentir bien es consumir el tipo de alimento apropiado, en el momento apropiado y en la compañía apropiada.

Los antojos
o los impulsos por comer alimentos concretos, son bastante comunes. Entre el 60% y el 90% de las personas reconocen haber tenido antojos, dependiendo de la población estudiada. Es curioso comprobar que los hombres y las mujeres relacionan los antojos con actitudes y emociones diferentes. Los hombres suelen pensar que los antojos surgen cuando tienen hambre, mientras que las mujeres tienden a relacionarlos con estados de ánimo negativos como el aburrimiento o el estrés. Además, las mujeres tienden a experimentar más sentimientos negativos como culpa y remordimiento tras haber ingerido la comida deseada.Generalmente, el alimento objeto del antojo es una 'comida prohibida', como el chocolate. Si se evita conscientemente este alimento, el deseo de consumirlo aumenta hasta que la persona al final no puede resistir a la tentación. Después de consumir ese alimento, aparecen los sentimientos de culpa y remordimiento y la persona decide no volver a comerlo.

¿Tiene sueño?
Los efectos de los diferentes nutrientes se han estudiado en profundidad, pero, hasta el momento, no está claro cuál es su impacto en los estados de ánimo. Por ejemplo, algunos estudios muestran que los hidratos de carbono nos hacen sentirnos relajados y somnolientos, mientras que otras investigaciones no encuentran evidencia alguna de que los hidratos de carbono afecten al estado de ánimo. Puede que cada persona reaccione de manera diferente ante estos nutrientes, como ocurre en el caso de la cafeína. La sensibilidad a la cafeína varía según los individuos. Hay personas que pueden tomar varias tazas de bebidas con cafeína en unas pocas horas sin sentir ningún efecto, mientras que otras experimentan los efectos estimulantes de esta sustancia tras tomar sólo una taza.

Efectos psicológicos.
Es cierto que existe una interacción entre los alimentos y los procesos químicos de nuestro organismo. Sin embargo, no hay que subestimar el impacto de nuestras expectativas en relación con la alimentación. Por ejemplo, si consumir una comida o bebida determinada normalmente mejora nuestro humor o nos despierta, aunque el ingrediente activo esté ausente del alimento o bebida, seguirá produciendo ese efecto, porque es lo que esperamos.

No hay duda de que el sabor de un alimento y el placer de comer pueden mejorar nuestro estado anímico y nuestro bienestar. Sin embargo, el potente efecto positivo derivado de comer alimentos que nos gustan pero que no deberíamos comer puede verse disminuido por los sentimientos de culpa.

Lo más importante es que nos olvidemos de los sentimientos de culpa relacionados con la alimentación. Para esto, debemos desarrollar una relación sana con la comida y unos hábitos alimentarios realistas y saludables. Esto puede incluir formas de administrar el consumo de nuestras comidas favoritas para aumentar el placer sin incurrir en excesos.


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Obesidad, apariencia física y bullying.

¡Gordo, panzón, lonjudo, botarga¡ ¿Cuántas veces hemos escuchado estas hirientes palabras y no hemos hecho nada?


El bullying se puede dar por muchas razones, sin embargo la apariencia parece seguir siendo la principal causa. El simple hecho de lucir diferente puede ser motivo de bullying; usar anteojos, algún aparato ortopédico, tener una discapacidad, ser de otra nacionalidad, tener un color de piel distinto, mostrar una orientación sexual diferente o tener sobrepeso u obesidad, parece ser suficiente para ser objeto de acoso por parte de los compañeros de escuela.

De acuerdo a la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el 40% de los alumnos en nuestro país sufren acoso escolar, de éstos, se cree que cerca del 60% de los niños que lo sufren son obesos.

El tema de la obesidad y el sobrepeso en el bullying parece ser un factor determinante en los casos de niños acosados, pero de también hay que tener en cuenta que en ocasiones son los niños con sobrepeso u obesos los que acosan.

Es importante señalar que, entre las niñas, lo más común es el acoso verbal o psicológico. En estos casos la apariencia parece jugar un papel determinante y es común que las niñas con problemas de peso sean acosadas o molestadas o simplemente rezagadas por las otras niñas que no aceptan una apariencia distinta, lo que genera una exclusión social.

En el caso de los niños, sucede algo diferente, el acoso físico suele ser más común y no siempre es el niño obeso el acosado, en ocasiones también puede ser el que acosa. Un estudio realizado por el Instituto de Salud Infantil en Inglaterra, encontró que la obesidad era un predictor de bullying tanto en niños como en niñas, pero que en el caso de los niños obesos, éstos también eran propensos a ser agresores (bullies), ya que tienen una ventaja física sobre otros niños de su misma edad.

En cualquier caso, los niños obesos parecen tener más riesgo tanto de ser acosados como de ser acosadores, lo que implica que se debe tener una especial atención en este tema. En el caso de los niños acosados, buscar signos de bullying es esencial para evitar que el problema se torne más complejo. Algunas señales de acoso son:

  • El niño llega estresado o deprimido de la escuela 
  • No quiere ir a la escuela 
  • Llega con moretones o golpes 
  • Dice que le duele algo (generalmente el estómago) 
  • Se le pierden mucho sus cosas

En cualquier niño acosado, es fundamental tratar el tema de la autoestima, pero en el caso de los que padecen obesidad es indispensable considerar que esta condición no solo está mermando su salud física, sino que también está teniendo consecuencias a nivel psicológico y social. Es importante que el niño con obesidad, independientemente de que sea acosado o que sea el que acosa, pueda cambiar sus hábitos, comience a realizar una actividad física y mejore su seguridad, ya sea para evitar ser abusado o para evitar el uso del acoso a otros compañeros como mecanismo de defensa.

Es importante que una vez que se identifique un posible caso de bullying, se comente el tema con los maestros (muchas veces estos actos de acoso suceden sin que ellos sepan), de igual forma es necesario contar con el apoyo psicológico conveniente, así como del apoyo de un nutriólogo o del entrenador físico que pueda ayudar a tratar la obesidad.

Por último, el trabajo más importante es el de los padres y de la sociedad misma al comenzar a romper estos estereotipos ligados al acoso. Actualmente existen muchos esfuerzos para revertir este problema, desde carteles en las escuelas, campañas en canales de televisión para niños y adolescentes, así como esfuerzos por parte de la comunidad artística para detener el acoso escolar. También es importante hacer ver a los niños que no sólo el que acosa es responsable, sino también el ser espectador y no hacer nada al respecto contribuye a hacer este problema más grande.


Referencias:
Compartiendo la Salud. Obesidad y bullying. Marzo 23, 2011. Griffiths L J, Wolke D, Page A S, Horwood J P. Obesity and bullying: different effects for boys and girls. Arch Dis Child. 2006 February; 91(2): 121–125. U.S. Department of Health and Human Services, 2013. www.stopbullying.gov

Foto tomada del sitio web: http://bit.ly/1rJ8lE7

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El calor y la adecuada alimentación en el verano.

La alimentación del verano no se reduce simplemente a tomar mucha agua y comer liviano, se trata también de alimentarse bien.


Durante el verano se vuelve necesario acompañar los cambios de adaptación a las altas temperaturas que exige el organismo con una alimentación acorde.

La sudoración es el principal mecanismo de defensa que el cuerpo pone en funcionamiento contra la elevación de la temperatura corporal. Su manifestación más obvia es la pérdida de agua, sin embargo, en ese proceso se pierden también sales minerales como sodio, potasio y magnesio fundamentales para un funcionamiento corporal equilibrado. La hidratación con agua debe ser acompañada del consumo de frutas y verduras que aporten este requerimiento adicional de sales minerales. El potasio está presente en el plátano y el tomate, siendo los cítricos una excelente fuente de magnesio.

Las bebidas alcohólicas, aún aquellas de baja graduación, no son la mejor opción para lograr una buena hidratación. El alcohol tiene un efecto diurético, razón por la cual aumenta la pérdida de agua por orina. Por eso, a la hora de hidratarse hay que elegir bebidas sin alcohol.

La sed se presenta cuando ya existe cierto grado de deshidratación por lo cual es indispensable anticiparse a la sensación de sed. Con la edad esta sensación se va perdiendo por lo que es importante obligarse a beber líquidos a lo largo del día. Tanto embarazadas como aquellas personas que presentan sobrepeso y obesidad tienden a sudar más y, por lo tanto, se torna aún más esencial mantener una buena hidratación: la mayor incorporación de calorías eleva la temperatura corporal aumentando la sudoración.

Mantenerse hidratado es básico, sin embargo, el consumo exagerado de agua puede ser tan nocivo como su falta. El beber agua en exceso puede llevar al cuadro conocido como “intoxicación por agua”. Por más extraño que suene, la sobrehidratación con agua conduce a un desequilibrio de los electrolitos quedando el organismo expuesto a condiciones de baja concentración de sodio.

Un cuadro de sobrehidratación incluye cansancio muscular, calambres y, en los casos más severos, pérdida del conocimiento. Un consumo razonable de líquidos es de 1,5 a 3 litros diarios dependiendo de la masa corporal.

Como regla general por cada kilo de peso corporal se requieren 31.5ml de agua, aumentando levemente su consumo con el aumento de las temperaturas (medio litro diario más sería suficiente).

Qué comer

Cuando se menciona la importancia de incorporar en la alimentación de estos días calurosos más frutas que contengan agua, ¿a que nos referimos? Lo ideal es agregar a la dieta frutas jugosas como sandía, melón, naranja o uvas, por ejemplo. En estos tiempos de calor la fruta es siempre el mejor postre y colación, y es recomendable ingerirlas preferentemente crudas para que no pierdan el agua.

También hay ejemplos de las verduras que contienen abundante cantidad de líquido y por ello se aconseja agregarlas en las comidas de días calurosos. Las ensaladas constituyen un aliado fundamental: de escarola, lechuga, pepino, tomate, col, remolacha, zanahoria, berro, recula, coliflor, morrón, espinaca, son algunos ejemplos. Las posibilidades de combinación de las distintas verduras para elaborar ensaladas son ilimitadas y se convierten en la mejor opción para un almuerzo rápido, fresco, nutritivo y liviano en los días de mucho calor. Además, siempre está la opción de agregar a las ensaladas trozos de pollo, huevo o queso fresco que aportan proteínas y no tantas calorías.

Durante la temporada de calor, la conservación de los alimentos requiere de mayor dedicación. Los lácteos son alimentos que deben conservar la cadena de frío para evitar su deterioro – lo que sucede con facilidad -, al igual que las carnes, el pollo y el pescado. Ingerirlos luego de una interrupción de la cadena de frío puede ser riesgoso y traer consecuencias para la salud.

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