El sobrepeso no es un problema que aparezca por arte de magia, sino más bien es un proceso lento y gradual que puede viene marcado por diferentes factores (alimentación, sedentarismo, cambios hormonales, genética, etc.) y que sin un control dietético profesional puede llevar a la obesidad.
Engordamos porque el consumo excesivo de calorías y la inactividad física hacen que nuestro cuerpo acumule aquello que no le hace falta, así que cuanto más comemos y menos quemamos, ¡más engordamos!
Hay personas que le echan la culpa a la genética y la convierten en la primera excusa con diferentes afirmaciones: “Tengo predisposición a engordar”, “Mi abuelo y mi padre son obesos, así que yo también” o “Coma lo que coma, engordo”.
Diversos estudios demuestran cómo las costumbres dentro de una misma familia y la influencia externa tienen más fuerza que la genética en nuestro comportamiento alimentario y reaccionamos a distintos estímulos que nos hacen engordar.
Pero, ¿cuáles son estos estímulos que nos llevan a subir de peso?:
Fármacos: Algunos medicamentos como los antidepresivos y las hormonas femeninas hacen ganar peso.
Dejar el tabaco: Si se dejó de fumar hace poco, es posible que se haya subido algunos kilos, ya que la nicotina interviene en el control del apetito a nivel del cerebro, estimula la saciedad y disminuye el hambre, esto genera un incremento de aproximadamente 2 Kg en los primeros seis meses, y después tiende a estabilizarse.
Algunas fases de la vida: Los cambios hormonales de la pubertad, los embarazos y la menopausia favorecen el aumento de peso en las mujeres.
Los cambios del modo de vida: Cambio de trabajo, jubilación, mudanza, defunción de una persona cercana, rupturas sentimentales. Acontecimientos que al influir sobre el ánimo y las costumbres pueden provocar perturbaciones en el peso.
Comer mecánicamente: Uno de los responsables de la ingesta excesiva es el no poner atención a lo que se está comiendo, ni distinguir la sensación de hambre real de las ganas de comer. Además, el hecho de “estar picando” lo que uno encuentra conduce a comer más de la cuenta para las necesidades que tiene el organismo. Comemos aunque no tengamos hambre y esto sucede cuando se deja la comida a la vista, cuando se huele, se cocina o si se va a comprar hambriento.
Servirse raciones abundantes de comida: La ingestión abundante de comida ayuda a disminuir la ansiedad y nos proporciona confort emocional.
No tener un orden en los horarios de las comidas.
Llevar una dieta rica en hidratos de carbono.
No hacer ejercicio: Es muy importante determinar la relación alimentación-ejercicio. El hecho de bajar el ritmo e intensidad de la actividad física, sin reducir la cantidad de comida ingerida, puede llevar a la obesidad por un exceso de energía.
Estrés: Factores estresantes prolongados resultan en una alteración hormonal que produce obesidad de tipo abdominal.
Déficit de sueño: La falta de sueño produce modificaciones endocrinas que favorecen el hambre y la ganancia de peso corporal.
Por eso para que el sobrepeso no se convierta en un problema mayor es importante aprender a controlarlo llevando un diario dietético. En este diario se debe anotar todo lo que se consume a lo largo del día, a qué hora, el lugar, la cantidad, el lugar donde se ingirió y los sentimientos asociados al momento de comer como el estrés, la ansiedad, el aburrimiento, la depresión, etc. Si se lleva diariamente este control será muy fácil decirle adiós a la obesidad.
Fármacos: Algunos medicamentos como los antidepresivos y las hormonas femeninas hacen ganar peso.
Dejar el tabaco: Si se dejó de fumar hace poco, es posible que se haya subido algunos kilos, ya que la nicotina interviene en el control del apetito a nivel del cerebro, estimula la saciedad y disminuye el hambre, esto genera un incremento de aproximadamente 2 Kg en los primeros seis meses, y después tiende a estabilizarse.
Algunas fases de la vida: Los cambios hormonales de la pubertad, los embarazos y la menopausia favorecen el aumento de peso en las mujeres.
Los cambios del modo de vida: Cambio de trabajo, jubilación, mudanza, defunción de una persona cercana, rupturas sentimentales. Acontecimientos que al influir sobre el ánimo y las costumbres pueden provocar perturbaciones en el peso.
Comer mecánicamente: Uno de los responsables de la ingesta excesiva es el no poner atención a lo que se está comiendo, ni distinguir la sensación de hambre real de las ganas de comer. Además, el hecho de “estar picando” lo que uno encuentra conduce a comer más de la cuenta para las necesidades que tiene el organismo. Comemos aunque no tengamos hambre y esto sucede cuando se deja la comida a la vista, cuando se huele, se cocina o si se va a comprar hambriento.
Servirse raciones abundantes de comida: La ingestión abundante de comida ayuda a disminuir la ansiedad y nos proporciona confort emocional.
No tener un orden en los horarios de las comidas.
Llevar una dieta rica en hidratos de carbono.
No hacer ejercicio: Es muy importante determinar la relación alimentación-ejercicio. El hecho de bajar el ritmo e intensidad de la actividad física, sin reducir la cantidad de comida ingerida, puede llevar a la obesidad por un exceso de energía.
Estrés: Factores estresantes prolongados resultan en una alteración hormonal que produce obesidad de tipo abdominal.
Déficit de sueño: La falta de sueño produce modificaciones endocrinas que favorecen el hambre y la ganancia de peso corporal.
Por eso para que el sobrepeso no se convierta en un problema mayor es importante aprender a controlarlo llevando un diario dietético. En este diario se debe anotar todo lo que se consume a lo largo del día, a qué hora, el lugar, la cantidad, el lugar donde se ingirió y los sentimientos asociados al momento de comer como el estrés, la ansiedad, el aburrimiento, la depresión, etc. Si se lleva diariamente este control será muy fácil decirle adiós a la obesidad.
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